La mención del hierro antes del diluvio (Génesis 4:22) y en los tiempos de la conquista de Canaán (Deuteronomio 3:11), era para los críticos uno más de los anacronismos del relato del Pentateuco, pues se aceptaba comúnmente que el hierro sólo había comenzado a utilizarse extensamente alrededor del 1200 a. C.
Sin embargo, se han hallado objetos de hierro en tumbas egipcias del período predinástico (antes del 2800).
También se encontró hierro empotrado en la mampostería de la pirámide de Keops y en el templo de la pirámide de Micerino, ambas de la cuarta dinastía (fechada por la mayoría de los egiptólogos alrededor del año 2500 a. C.).
Otros objetos de hierro aparecieron en tumbas de la sexta, undécima y decimoctava dinastías (fechadas c. 2200, 2000, y 1500 a. C., respectivamente).
En Mesopotamia y en Asia Menor se han descubierto objetos de hierro procedentes del tercer milenio.
Textos del tiempo de Hamurabi (siglo XVIII a. C.) y las cartas de Amarna (siglo XIV a. C.), proporcionan evidencia literaria de que el hierro se usó en la época de los patriarcas y en el tiempo de Moisés, tanto en Mesopotamia como en Egipto.
El uso del hierro en esos tiempos antiguos indudablemente era limitado, pues su producción era costosa.
Por otra parte, el análisis de algunos de los adornos (cuentas de collares, etc.) de hierro, indican que este metal era de origen meteórico. Esto corroboraría el nombre que en Sumer se le daba al hierro: "metal celestial".
Según lo que se sabe hoy, la mención del hierro en los relatos patriarcales no es anacronismo.