EL DIOS QUE YO CONOZCO

10.02. Crítica de las formas en el Decálogo

Aunque la Biblia señala que el Decálogo tuvo su origen en la directa autorrevelación de Dios en el monte Sinaí, la crítica de las formas propone un proceso de formación largo y complejo.

En base al principio de que lo corto precede a lo largo, se considera que las leyes más largas son posteriores a las más cortas y evolucionaron partiendo de mandatos breves.

Los críticos sugieren, empleando el principio de uniformidad, que en un comienzo todos los mandamientos tuvieron la misma extensión corta, probablemente en forma negativa, puesto que ocho de los mandamientos están expresados en imperativos negativos.

En base a sus presuposiciones, los partidarios de la crítica de las formas han reconstruido decálogos primitivos u originales que sólo tienen que ver con la definición de la relación del hombre con Dios. Con el correr del tiempo, dicen ellos, estos mandatos fueron evolucionando y se añadieron los que tenían que ver con las relaciones entre los seres humanos.

La "situación de vida" (Setz im Leben) del original y de su evolución se explica en base al ambiente sociocultural del segundo y primer milenio a. C., usando para su reconstrucción los principios y métodos de la crítica de las formas.

La crítica de las formas del Decálogo, con su búsqueda de los breves mandatos originales y su propuesta evolución de estos mandatos, depende de teorías modernas para la reconstrucción del pasado.

Además, supone uniformidad: que nada cambia, que todo ocurre como siempre ha sido; y sobre todo, sin quererlo, priva a los seres humanos de una norma absoluta dada por Dios una vez y para siempre, como reflejo de su carácter y del propósito que él tiene para la humanidad.