EL DIOS QUE YO CONOZCO

8.05. El problema de la escritura hebrea

En el siglo XIX, cuando se estaba elaborando la hipótesis documental, tanto Egipto como Mesopotamia - las dos grandes civilizaciones de la antigüedad - estaban demostrando al mundo que habían poseído complejos sistemas de escritura desde los más remotos períodos de su historia; pero en Palestina no se encontraban inscripciones hebreas de semejante edad.

La inscripción alfabética más antigua que se conocía era la Piedra Moabita, (ver la traducción) del siglo IX a. C., encontrada en 1868.

Y porque aún no se había encontrado ningún vestigio de escritura hebrea del tiempo de Moisés, los críticos se apresuraron a concluir que en Palestina no se había conocido la escritura sino hasta el tiempo de David.

Afirmaron, además, que si Moisés había escrito el Pentateuco tuvo que haber utilizado el sistema cuneiforme mesopotámico o el jeroglífico egipcio.

En 1887 se descubrieron en Egipto las tablillas de Amarna, centenares de cartas escritas por gobernantes palestinos, sirios y de otras regiones del Asia Occidental al faraón de Egipto. Estas tablillas fueron escritas en el siglo XIV a. C., en el tiempo de la conquista de Canaán bajo el mando de Josué.

Se vio enseguida que la escritura era ampliamente conocida y usada en esa parte del mundo en el tiempo del éxodo, cuando Moisés escribió el Pentateuco. Sin embargo, estas tablillas estaban escritas en cuneiforme y no en hebreo.

En 1904 y 1905, Flinders Petrie descubrió en las minas de cobre de la península de Sinaí numerosas inscripciones en una escritura hasta entonces desconocida; pero cuando fueron descifradas se comprobó que estaban escritas en el hebreo alfabético más antiguo que alguna vez se hubiera conocido, grabado en piedra por mineros cananeos o edomitas en los siglos XV o XVI a. C., antes del tiempo de Moisés.

Desde entonces se han encontrado numerosas inscripciones de la misma escritura protosemítica en Laquis, Tell el Hesi, Siquem, Meguido, Bet-semes y otros sitios de Palestina. Esta evidencia del segundo milenio a. C. indica que la escritura alfabética cananea, casi idéntica a la hebrea, estaba ampliamente difundida en tiempos de Moisés.

Este descubrimiento dejó sin argumentos a los críticos, quienes en parte basaban su teoría de que el Pentateuco se había escrito tardíamente, en la suposición de que la escritura hebrea no se conocía en el tiempo de Moisés.