Como parte de la época de la "ilustración" se fue desarrollando una nueva norma filosófica.
Se aceptó el racionalismo, y con éste la insistencia en que la razón debía ser el árbitro final en cuanto a la verdad.
El racionalismo reaccionó contra el sobrenaturalismo, lo cual llevó a muchos a negar que hubiera un canon bíblico divinamente inspirado.
Mucha de la crítica tenía que ver con el uso de varios nombres para la Divinidad, lo cual parecía sugerir diferentes autores.
El pastor luterano alemán H. B. Witter escribió en 1711 un comentario del Génesis, en el cual señaló que el nombre que se le daba a Dios era diferente en Génesis 1 y Géneis 2 ('Elohim y Yahweh, respectivamente).
Aunque fue el precursor de la "hipótesis documental", su obra tuvo poca influencia en el pensamiento posterior debido a que no fue redescubierta sino hasta el siglo XX.
El médico francés Jean Astruc publicó en 1753 en forma anónima sus Conjeturas en cuanto a la composición de Génesis. Llegó a la conclusión de que Moisés había utilizado dos fuentes, ya que en una parte se empleaba para Dios el nombre 'Elohim, mientras que en la otra se usaba el nombre Yahweh. A la primera llamó A; a la segunda, B. La teoría de Astruc fue la base de toda la crítica posterior de las fuentes.
El erudito alemán J. G. Eichhorn escribió en su Introducción, de 1780-1783, que Moisés había tomado la fuente "elohista" - en la cual se emplea el nombre 'Elohim -, y la fuente "yahvista" - en la cual se usa el nombre Yahweh -, y luego había redactado el libro de Génesis.
Más tarde Eichhorn negó que Moisés hubiera escrito parte alguna del Pentateuco. Dijo, además, que había otras fuentes fragmentarias, y sugirió que algunos redactores las habrían usado para recopilar y redactar los libros de Génesis, Éxodo y Levítico.
El siguiente escritor que optó por esta forma de pensar fue K. D. Ilgen, en cuyos escritos sobre Génesis (1798) hace notar 17 diferentes documentos supuestamente redactados por tres autores diferentes, a quienes llamó: el "primer elohista" (E1), el "segundo elohista" (E2) y el "jahvista" (J). Ilgen atribuyó a su "segundo elohista" partes del texto bíblico que Astruc había atribuido a la fuente "yahvista". En este momento comenzaron a surgir las diferencias de opinión entre los críticos.
Los autores mencionados se limitaron a la crítica de Génesis.
El sacerdote escocés Alexander Geddes extendió su estudio a todo el Pentateuco. En 1792 señaló las inconsecuencias de la "antigua hipótesis documental" e insistió en que los primeros cinco libros de la Biblia habían sido recopilados en tiempos de Salomón, teniéndose como base un gran número de documentos fragmentarios de diverso valor histórico y literario. J. S. Vater, alemán, preparó bajo la influencia de Geddes, una obra en tres tomos, en la cual presentó una "hipótesis fragmentaria" (1802-1805).
Postuló que las leyes habían sido coleccionadas en tiempos de Salomón, pero que el Pentateuco no había tomado forma final hasta la caída de Jerusalén (586 a. C.). La obra de Vater influyó en W M. L. De Wette, quien propuso en 1806 y 1807 la "hipótesis fragmentaria".
Consideraba que Génesis y Éxodo constituían una epopeya teológica, que Levítico era una colección muy tardía de leyes, y que Números era un suplemento de asuntos misceláneas.
De Wette afirmó que muchas de las condiciones culturales y religiosas descritas en el Pentateuco existieron más tarde, en los tiempos de los reyes de Israel y Judá; e insistió que esto era prueba suficiente de que los primeros cinco libros bíblicos no pudieron haber sido escritos antes del tiempo de la monarquía.