Los especialistas en crítica de las fuentes han considerado que la repetición de algunos relatos es una evidencia clave de la existencia de diversas fuentes o tradiciones. Como ejemplo citan los dos relatos de la creación (Génesis 1:1 a 2: 4 y 2:4b-25), del diluvio (Génesis 6 y 7), así como las experiencias de Sara y Rebeca (Génesis 12:10-20; 20:1-18; 26:7-11), madres de Israel.
En verdad, Gén. 1: 1 a 2: 4ª (atribuido a P) y Gén. 2: 4-25 (atribuido a J) no constituyen, por lo tanto, una verdadera repetición.
En el primer pasaje se relata la creación de un mundo con sus cielos atmosféricos en seis días, y se concluye el relato con la institución del sábado. En la segunda narración no se relata la creación del cosmos, sino la creación del hombre y del huerto en donde viviría.
En lo que concierne al hombre y a su perfecto hogar, lo que se describe a grandes rasgos en el cap. 1 se presenta detalladamente en el cap. 2. En estos pasajes se emplea un esquema de paralelismo, con información adicional.
En Gén. 6:19-20 se le manda a Noé que meta en el arca una pareja de cada clase de animal; en Gén. 7:2 se le orden que meta siete parejas de cada animal limpio una pareja de cada animal no limpio.
En Gén. 6: 19 se emplea la forma dual shenáyim, "par", no necesariamente para indicar el número "dos", sino un "par". En Gén. 7: 2 se informa en cuanto al número específico de pares. La declaración general es seguida por una instrucción específica en cuanto al número preciso.
Si no se presupone la existencia de fuentes separadas, el relato del diluvio no presenta discrepancias. Además, muchos detalles del relato no coinciden con una teoría de dos fuentes.