EL DIOS QUE YO CONOZCO

11.02. Cronología bíblica

La cronología bíblica ha apasionado y confundido a los estudiosos y críticos de la Biblia durante siglos. Se han hecho preguntas muy comprensibles: ¿Cuándo ocurrió tal cosa? ¿Es correcto el período que presenta la Biblia para tal suceso?

Aún no se han resuelto todos los interrogantes; sin embargo, los descubrimientos arqueológicos han ayudado a confirmar ciertas fechas, y también han ayudado a esclarecer cómo se medía el tiempo y cómo se expresaba su medida.

La mención extrabíblica de la participación del rey Acab en la batalla de Qarqar en el año 853 a. C., no sólo específica la identidad de este rey bíblico, sino que también le da una fecha.

El rey Jehú aparece en el obelisco negro de Salmanasar III, como tributario del rey de Asiria. Este monumento es del año 841 a. C. Evidencias como éstas nos dan seguridad en cuanto a la historicidad de los acontecimientos bíblicos y también nos dan la fecha de los mismos.

La declaración de que Daniel fue llevado cautivo por Nabucodonosor en el tercer año de Joacim (Daniel 1:1), ¿cómo puede armonizarse con la afirmación de Jeremías 25:1-2, que el primer año de Nabucodonosor fue el cuarto de Joacim?

La arqueología ha resuelto el problema mostrando que los reyes asirios y babilonios no contaban su primer año desde el momento en que habían ocupado el trono, sino desde el primer día del año inmediato siguiente. El tiempo transcurrido entre el momento de ocupar el trono y el día de Año Nuevo era el "año de ascensión".

Daniel no dijo que el primer año de Nabucodonosor correspondía con el tercero de Joacim, sino que había sido llevado a Babilonia por Nabucodonosor -quien aún no había comenzado su primer año de reinado, y estaba todavía en el "año de ascensión"- en el tercer año de Joacim. Y lo que dice Jeremías -que el primer año de Nabucodonosor correspondía al cuarto de Joacim- es también correcto.

Esta es una de las muchas veces en que la evidencia arqueológica ha proporcionado la solución para declaraciones cronológicas que parecían contradecirse. Los documentos conservados en las desérticas arenas de Asiria y Babilonia proporcionan fechas precisas para muchos acontecimientos de la historia secular a partir, aproximadamente, del año 1000 a. C.

Estas fechas ya establecidas han ayudado a colocar la cronología bíblica sobre una base segura. El aumento de conocimiento sobre los antiguos calendarios, métodos de computar los años de reinado de un determinado rey y los diferentes sistemas de computar los acontecimientos del pasado, han resuelto muchos problemas antes difíciles.

Esto ha permitido reconstruir el marco cronológico de la Biblia sin descartar como indigna de confianza ninguna fecha. Aún quedan unas pocas declaraciones cronológicas difíciles para las cuales todavía no hay solución; sin embargo, la gran mayoría de los datos cronológicos ya no ofrecen una dificultad insoluble.